
Así,
el intelectual desde ese momento suele ser definido tradicionalmente por tres rasgos distintivos:
- Es una persona comprometida en el espacio público, estableciendo una distinción entre el sabio y el intelectual, porque el primero a pesar de su conocimiento no tiene con una amplia presencia pública.
- Ejerce su función a manera de conciencia crítica del poder y conciencia crítica de la sociedad adormecida que no reacciona ante situaciones de injusticia, y en ese sentido es un despertador de conciencias.
- Cuenta con una coherencia ética, es decir articula su credibilidad a través de su teoría y la práctica diaria.
En
palabras del profesor Tamayo, uno de los autores que más ha trabajado dicho
tema es Antonio Gramsci, al afirmar que todos los seres humanos
son filósofos, intelectuales, ya que pueden hacer uso de su razón para pensar
la realidad y contribuir a su transformación. Por tanto, la principal diferencia del intelectual radica en el
hace uso de su razón para pensar públicamente, es decir utiliza la razón para
pensar la realidad con el fin de transformarla.
Ahora bien, al momento en
que la actividad intelectual es inherente al ser humano, como lo es la
actividad manual, en la línea de Marx, que sitúa la esencia del ser humano en
su actividad crítico-práctica, Gramsci matiza que el criterio para caracterizar
al intelectual hay que buscarlo, en el conjunto del sistema de relaciones en el
que las actividades intelectuales y quienes las ejercen vienen a encontrarse en
el complejo general de las relaciones sociales.
Al
desarrollarse la división social del trabajo en las sociedades complejas,
surgen los intelectuales a nivel individual y colectivo, Gramsci establece una
distinción interesante, que si bien hoy está quizá un poco superada, entre el
intelectual tradicional y el orgánico. Aquel, relacionado al mundo de la
cultura, y este que se encarga de expresar mediante el lenguajes las
experiencias y los sentidos lo que los sectores marginados que no tienen los
medios para expresar sus experiencias, la voz de quienes no tienen voz.
Para
Gramsi resulta fundamental establecer la relación entre la organización y las
masas con el objetivo de que se conquiste y se transforme los aparatos del
Estado. El intelectual no busca ocupar esos aparatos sino transfórmalos,
creando una nueva hegemonía del pensamiento que representa los intereses y las
reivindicaciones de la clase trabajadora.
Después,
inspirado en el trabajo de Edward Said, el profesor Tamayo mencionó que en el
mundo musulmán se utilizan dos palabras para referirse a la figura
del intelectual: muthaqqaf, “hombre
de cultura”, y mufakir, “hombre de
pensamiento”. Con ambas expresiones se pretende subrayar el prestigio
indiscutible de dichas personas en contraste con el desprestigio de los
gobernantes y los políticos, que han perdido toda credibilidad ante la
ciudadanía y carecen de cultura, de pensamiento y de moralidad.
El
mundo político, de los gobernantes han perdido toda credibilidad frente a la
ciudadanía y carecen de moralidad, pensamiento y cultura. Liderazgo a tres
niveles, ético, político y cultural.
En
ese orden de ideas, a juicio de Tamayo, las funciones que corresponden a un intelectual
son:
- Elaborar narrativas de la historia, proponer discursos alternativos a las visiones oficiales. Incorrección en el relato, incorrección en la narrativa, la heterodoxa y la impureza, como contestación a esos relatos oficiales que no corresponden con la realidad.
- Contribuir a crear espacios de convivencia y diálogo. En la sociedad al predominar los monólogo oficiales y los campos de batalla en el espacio público, el intelectual va más allá de esos monólogos y campos ye establece una metodología nueva, que es la metodología del diálogo. El diálogo como actitud y como busca de la verdad.
- Defender criterios éticos de vida, frente a la acumulación del tener y del poder que deforma la vida humana. Alternativa a los valores predominantes en la sociedad actual.
- Argumentar a favor de los binomios: paz y justicia, libertad e igualdad, persona y sociedad e individuo y solidaridad. El intelectual articula y argumente a favor de estos valores, binomios que el neoliberalismo separa.
- Despertar las conciencias adormecidas. Si no se cambia la conciencia, no se cambia nada. Si no adecuamos la vida al pensamiento, terminamos adecuando el pensamiento a la vida.
- No instalarse cómodamente en la realidad, ni contentarse con las cosas tal y cómo son y como aparecen.
- Soñar con cosas que nunca han existido y preguntarse por qué no van a existir. La capacidad de imaginación, de sueño y creatividad que el intelectual debe fomentar en la sociedad resulta primordial.
Así
entonces, después de tres años de trabajo, el profesor Tamayo en el libro Cincuenta
intelectuales para una conciencia crítica (publicado por Fragmenta Editorial, 2013), realiza un recorrido por
distintas biografías del siglo XX, caracterizadas por la propuesta de una
teoría crítica de la sociedad y de la religión en clave liberadora. Y a manera de decálogo, sintetiza diez lecciones
aprendidas durante su realización:
- Necesaria relación entre razón y esperanza.
- Importancia de articular la bibliografía y la biografía. Coherencia entre teoría y la práctica.
- Reconocer el pluralismo a todos los niveles (cultural, religioso, cosmovisional, político), fomentar la interculturalidad y el diálogo interreligioso.
- La metafísica no puede quedarse en la simple razón pura y abstracta, sino que tiene que traducirse en rebelión.
- Distinguir la relación, que en muchos autores se ha encontrado, entre poesía, mística y revolución.
- Necesidad de que convivan armónicamente bien, con sentido crítico, la ciencia y la religión, como fuerzas más influyentes en la historia de la humanidad.
- Impulsar el feminismo como crítica del patriarcado social y religioso.
- Necesidad de defender los derechos de los seres humanos y también los de los naturaleza.
- Estudiar a los intelectuales en el mundo musulmán.
- Compaginar el rigor del análisis con el sentido del humor.
En
el siguiente link es posible encontrar el índice del libro que desarrolla la exposición
del profesor Tamayo y diversas recensiones sobre el mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario