Durante la pasada sesión del
Seminario de Teoría Crítica, Pablo Gómez Manzano, alumno del doctorado en humanidades
de la Universidad Carlos III de Madrid, expuso el tema titulado “¿La
alegría ya viene? Algunas propuestas teóricas para una transición invisible”,
con la intención de abordar y contextualizar diversas cuestiones filosóficas-culturales relativas al complejo caso de transición
chilena.

La intención final de dichas estrategias era sencillamente presentar distintas maneras de relatar los tiempos, es decir de imponer a la historia un determinado pasado, presente y futuro en Chile.
Así, la campaña del “Sí” jugaba
con los 3 tiempos, no obstante haciéndolo obviamente de una manera bastante
propia de la derecha; por ejemplo, en el caso del pasado haciendo una remisión
a lo peor que había anticipado a la dictadura —que a su modo de ver era el desorden
generalizado provocado por el gobierno socialista de Allende—, respecto al
presente y al futuro poniendo en relieve el importante
crecimiento económico que principalmente favoreció a las clases altas, aunque
sin mencionar las graves desigualdades sociales y omitiendo claramente los
costos humanos que tuvo la transición.
La estrategia comunicacional de
la campaña del “No” jugó sobre todo con el tiempo futuro, con el futuro
indeterminado, porque de una manera muy pragmática trató de obviar el pasado
centrando la campaña en una frase bastante abierta, es decir con “la alegría ya viene”, donde subyace una promesa
de una democracia en contraposición a la dictadura, pero sin una verdadera significación fuerte de cuál era el
contenido sustancial de dicha campaña.
En estos temas resulta
importante resaltar que no basta con determinar lo que expresamente dicen y
proclaman dichas campañas políticas, sino que también habrá que
estar pendientes respecto a lo que omiten y callan.
Luego de dicha introducción a propósito
de la película, el expositor, a partir de la pregunta: ¿Llegó verdaderamente la
alegría a tiempo presente?, realizó distintos análisis al respecto tanto problematizando el tema, como cuestionando lo ocurrido. En la opinión de Pablo no ha llegado la alegría prometida desde hace varios años atrás, y es que dicho concepto bajo la actual situación que predomina en Chile, sencillamente no se
puede calificar como lo que tendría que haber llegado, sino más bien como un
descontento.
Cuando por las perspectivas
que tiene la gente se afirma que dicha alegría aducida por la campaña del “Sí” sencillamente no
llegó, este enfoque se enfrenta con la opinión que desde la
institucionalidad se proclama de la democracia chilena como un ejercicio muy
exitoso, donde los medios de comunicación no se cansan de pregonar un discurso tan
fuerte y tan constante que parecería que aquellos que cuestionan dichos
procesos están equivocados.
Así entonces, resulta que la transición
a la democracia en Chile se vuelve un proceso eterno. Quedándose en un ejercicio
meramente procedimental y más encima amarrado a muchas precondiciones que
quedaron desde la dictadura y que hace que la democracia no pueda resignificarse
de manera sustantiva.
Al existir relatos muy fuertes,
como en este caso es el de la llegada de la democracia en Chile, que se desarrollan
desde la institucionalidad y que tratan de normalizar las concepciones de las
personas, al final de cuentas se termina determinando pensamientos para definir las diferentes alternativas que se pueden imaginar. Sin
embargo, a pesar de tal panorama, el expositor manifestó su creencia de que a veces y bajo ciertas circunstancias
es posible constituir otras formas en las que se pueden organizar las
sociedades. No hay que olvidar, que en la actualidad, Chile mantiene la esperanza que desde 2011 se ha vivido a
través de un proceso de despertar ciudadano muy importante, caracterizado en
varios movimientos sociales que propulsan discusiones y posibilidades de
cambiar el escenario de forma bastante severa.
Ahora bien, cuando se evoca el término de
"transición invisible" Pablo hace referencia al conjunto de cambios que van impulsan una especie de cultura del
sujeto, en los términos de Gabriel Salazar, donde finalmente se han dejado
de observar los modelos ajenos para definirse y se trata de buscar una autodefinición
como ciudadanía que emerge de las propias prácticas sociales que se desarrollan.
Entonces, el brote fundamental en
el que se produce dicha "transición invisible" es a través de los movimiento
sociales, como modelos culturales con un valor epistémico intrínseco, (más allá
de una perspectiva cerrada del movimiento social como un agente que está solo
para transgredir la institucional). Dichos fenómenos, tarde que temprano, se
esperaría que se transforman en nuevas formas de traducir las prácticas sociales, calando tanto a la institucionalidad como a la democracia.
Pablo Gómez afirma que el carácter
invisible del fenómeno descrito cuenta con dicha característica porque no es un
relato que está en la historia oficial o la historia institucional enseñada, sino
que se va llevando a contracorriente. La sociología tradicional y las ciencias tradicionales ven en estas
irrupciones sociales como aquellos fenómenos que provocan un desorden en la
normalidad, no obstante todas estas irrupciones van concatenadas a lo largo del
tiempo en un proceso que el expositor propone teorizar como "transición invisible".